Atenas vuelta(Grecia): 12 de Noviembre del 2012
Atenas vuelta
La tarde libre del día que visitamos Mykonos, recogimos la ropa limpia y la guardamos con orden. La ropa sucia fue otro cantar, tuvimos que comprimirla para que cupiera en el interior de la maleta. Antes de dormir las dejamos listas y preparadas en el pasillo de nuestra cubierta junto a la puerta del camarote y perfectamente identificadas para llevarlas al aeropuerto.
Al día siguiente madrugamos para que en cuatro horas bien distribuidas nos diera tiempo a ver, a tocar, a respirar y a oír nuevamente Atenas. Desayunamos bien y abandonamos el Zenith con un poco de nostalgia. Caminamos por un laberinto de pasillos en el puerto, hasta llegar al autobús.
Conforme nos acercábamos, vimos algo más que un templo, vimos el hermoso Partenón. La Acrópolis ateniense (el lugar más alto de la ciudad) estaba situada en una colina rocosa que sirvió de fortaleza natural y fue lugar de asentamiento humano desde la época neolítica.
Cuando llegamos a la Acrópolis, la guía comenzó su sabio relato: “tras su esplendor la población declinó considerablemente, quedando Atenas reducida a un mero pueblo de 5000 habitantes en su peor momento. Sufrió un ataque veneciano en 1687 (el bombardeo del general Morossini fue responsable de la explosión de un polvorín turco que arruinó el Partenón). Una respuesta turca al año siguiente no se hizo esperar. Tras la Guerra de la Independencia Griega (1821-1829) Atenas pasó a formar parte del nuevo Estado, y fue nombrada capital de Grecia el 18 de septiembre de 1834”.
Más tarde visitamos el centro de la ciudad y vimos la Tumba al soldado desconocido en la Plaza de la Constitución, y el bus se fue alejando por las avenidas y autovías hasta llegar al aeropuerto.
Gracias a Sonia, Fernando, Teresa, Joseph y Cristina por haber compartidos muchos momentos felices en nuestras vidas…. ¡Estamos en contacto!
Después de este viaje, ¿que traemos en la maleta? Nuestros valiosos bienes inmateriales.
Ganas de volver: Si no tenemos ganas de abandonar esta espléndida vida en el barco, lo fingimos. No se puede ir a ningún sitio sin ganas de volver. Eso nos mata el alma nada más pisar tierra. Tenemos que afrontar el viaje de vuelta como si fuera uno de ida.
Planes: Hemos preparado Carmela y yo proyectos concretos para los quince primeros días tras nuestra vuelta. Por ejemplo: erradicar de nuestras vidas al enemigo de la montaña de ropa sucia. También nos enfrentaremos embriagados en delirios de heroísmo a otra entidad casi mortal: la bandeja de entrada de nuestro correo. Una lista de cosas que hacer, algunas ideas y en general más expectativas vitales que con las que nos fuimos. En concreto, sé que la lista es indispensable para no caer en la trampa de “otra vez aquí”, o, “parece que nunca nos hayamos ido”.
Novedades: Volver a nuestra rutina cotidiana y laboral puede ser realmente deprimente si no introducimos novedades. Por eso mi chica y yo iremos a la peluquería, je, je, je…, porque si la cosa no empieza con un inesperado giro de guión en nuestro aspecto, la vida es igual.
Las cosas que NO nos llevaremos en la maleta:
Nostalgia:No nos vamos a llevar ninguna Atenas, Santorini, Marmaris, Izmir-Éfeso, Estambul o Mykonos. Estas islas y ciudades van a seguir aquí para cuando queramos y podamos volver. Si hemos disfrutado mucho con su historia, con sus vistas, con sus gentes y su gastronomía, está claro que hay otros muchos lugares que deberíamos y vamos a conocer.
Regalos: Carmela y yo instauramos el sentido común en nuestra vida social. No traemos nada a nadie del viaje.
Manuel